sábado, 10 de noviembre de 2012

Mar interior (Cuento surrealista o no)



La marea hoy no sube. Tranquila hija que hoy también se nos mojarán los pies. Te prometo que no llamaré al fontanero. Vete a a jugar al patio, y olvídate.
El mar interior había subido a la casa de María H, y se había instalado allí como si nada. Quizás subió por la escalera con nocturnidad y alevosía. Nadie lo sabe porque ningún vecino escuchó el burbujero. Ni su marido, ni su hija saben porqué eligió la casa para inundarla. Aunque cada uno rumiaba una razón. Pero no habían decidido contarlo a nadie. Al ver cómo su casa se inundó de la noche a la mañana, eran tantas la cosas que se les pasaban por la cabeza.
María H se alegró que fuera agua salada y esa noche soñó con peces de colores que nadaban bajo la lámpara del salón. Pero al día siguiente no dejaba de preguntarse por qué. Su marido Tor, se había quedado meditando frente a la lámina de agua y enseguida empezó a construir una plataforma de tablas a la cocina. Era adicto al bricolage. Y el mar le había dado la oportunidad de mostrar sus artes con el martillo. Además le moslestaba levantarse con los pies húmedos. Hasta que un día cualquiera se sentó en el sofá y echó la caña. Asi como si nada. La profundidad de su esperanza de pescar algo era considerable.
María H. creía que había encontrado la razón de que el mar eligiera su casa. Quizás hemos profundizado demasiado. Quizás eso no era tan bueno. Pero ya nada tenía remedio. Además hasta el perro había aprendido a nadar por la casa. No sé Tor, te digo que quizás esto es un presagio de que algo se hunde. Pero Tor siguió pescando como si nada. Y si era así, había visto Titanic como 50 veces. A pesar de su indiferencia algo se le contagió de aquel sentimiento quizás algo hacía aguas por todas partes.  Pero esto no quiso compartirlo con su mujer.
Su hija Ada se había tomado en serio su propio mar interior. Y tenía sus razones para que todo aquello siguiera así. Hablaba con el mar todos los días. Claro que el mar no le contestaba. Daba igual, su deseo de caminar sobre el agua era mayor que todo lo demás. Su deseo había crecido de manera desproporcionada y allí estaba a los pies de su cama su alfombra de agua salada. Pero ese era su secreto que no compartiría nunca con sus padres.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Nubes

Pasa Zeus y su Olimpo
Pasan todos los ríos
Pasa un jinete nacarado
Pasa una enorme boca abierta
Pasa el azul de metileno
Pasa el ojo que todo lo engulle
la sombra del amor soñado, intuido,
cuento las nubes antes de deshacerlas
el cielo que espero nunca llega