jueves, 23 de febrero de 2017

Ser de fuera


Ahora sé que irse es quedarse un poco,
porque la piel graba todo lo que olemos.
y que la memoria del tacto
es pura química del hartazgo.

Ahora sé que siempre seré de fuera
lo que quiere decir que nunca estaré dentro,
o al menos ya no sabré si lo estoy,
porque eso ya no es lo que importa.
Así tampoco,
tiene sentido diluirse en los otros,
ni siquiera intentarlo,
ni pertenecer a alguien o algo.

Ahora sé que ser de fuera
es una manera de ser,
como lo son los caracoles o las lombrices,
que comen tierra todos los días.
Tengo el cuerpo transparente
de tanto mostrarlo,
y así, quizás alguien diga;
"alguna vez estaré dentro como tú,
que has comido tanta tierra
que ya no hace falta que te entierren".

Ahora sé que comer tierra
está reservado para los de fuera
porque hay algo terroso
en este rostro de polvo,
algo que embadurna el sexo
sin que pueda hacer nada.
Ser de fuera es estar bajo tierra
estando en la superficie;
comer tierra todos los días,
cagar tierra, respirar tierra
y copular entre hormigas
que se llevarán presurosas
lágrimas terrosas, besos terrosos
la arcilla de los días.

Ahora sé que ser de fuera
no tiene nada que ver con el paisaje,
o el estado civil, ni con la madre de mi hija,
ni con la condición del horizonte,
ni con el paso de una nube-unicornio
ni con el cangrejo secándose en la roca,
ni con el amanecer entre las grúas del muelle.
Ahora sé que sólo seré de dentro
cuando me muera de una indigestión
por todas las tierras, manos, mares,
y seres de dentro y fuera que he comido y amado
sin sentirme caníbal, ni culpable por ser de fuera.

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