miércoles, 19 de septiembre de 2012

Más dentro que fuera

extranjera, aún de la misma especie,
atapuerquiana, sapiems en la sima de mis huesos,
a veces habilis y  de elección homo floresiensis
más dentro que fuera
en lo que arrastro, en lo que dejo,
en lo que recojo, en lo servido,
con branquias sin vocación de abismos
sumergida en la lluvia marina de algas púrpura
de una semana santa pagana llena de pequeños crustáceos copulando  
superviviente a la gran intemperie de los días,
más dentro que fuera en el lenguaje extinto,
descendiente de tejedoras de hazañas silenciadas
entendibles sólo en la memoria de sus cuerpos;
te entrego mi piel, llévatela lejos, dale uso,
háblale bajito, mírala profundo,
lee lo que dice su lengua cortada.

Más fuera que dentro,
nada me pertenece salvo el océano de sus noches,
la noche a cuadros desapareciendo en vacíos de colores,
queda la extrañeza, el delta rojo de la sangre
a dónde va, de dónde viene,
ahora sé que no es fundamental saber del origen,
dame tu voz, define el muro que te circunda
más fuera que dentro, caminando sobre el mar,
piedra sobre piedra ocultando los ojos,
entrégame tu no ínfimo y silente,
tu palabra desoída, despedida, inundada,
extranjera, más fuera que dentro 
haciendo de mí una extraña de ti,
otro poema verde sobre el desconcierto de tu hambre,
dame tu no, una y mil veces para llevarlo conmigo
y plantarlo en ese islote donde se suicidan pelícanos ciegos
más fuera que dentro,
ya sé que mi cuerpo no te pertenece
y no flotará jamás en el cielo que te cobija.
Más dentro que fuera, sumergida.

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