miércoles, 10 de octubre de 2012

El Camino*


De madrugada sale el peregrino
con el espíritu abierto al horizonte,
no hay tiempo más extenso
ni caminar más quieto
que el rocío de los campos
que ocupan todo el Camino.
El peregrino lleva un mapa
plegado en el bolsillo
como los barcos del papel que hacen los niños,
no hay mar más profundo que el de los pasos,
que muelen en soledad las aguas del pensamiento
como si de una dura cáscara se tratara,
escondida tras una higuera
o de un campanario sin mas, brilla la simple pregunta;
¿Qué tal vas?
Lleva el peregrino cada palabra y la sombra de su silencio
que guarda con alegría y recogimiento
paisajes y sonrisas que va dejando,
su misma silueta refleja la dureza del caminar,
no es ya por la carga,
ni el peso del tiempo que doblega sus huesos.
Por mucho que mire al cielo,
sólo él sabe qué misterio le hace cruzar
lo que a veces sus pasos se niegan a revelar,
cada uno con sus razones que le llevan más allá,  
¿Qué señal es su guía?,
sólo él la sabrá, mantener la mente clara
y el cuerpo enraizado en al andar
como si fueran uno en el movimiento,
todo lo demás es azar.

*En clara alusión a mi experiencia en el Camino de Santiago.

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