sábado, 6 de octubre de 2012

Vino de lejos con la rosa,
cruzó el desierto y el mar,
la rosa perdió sus hojas
y cada uno de sus pétalos,
tan sólo quedó su perfume
impregnando sus manos,
su cuerpo entero.

Vino de lejos con la rosa
y nada en la mochila
la sed saciada de lo vivido,
no hay agua más pura
ni nube más ancha
que el cansancio del recorrido.

De la rosa queda el recuerdo
la ilusión de su colorido,
como del amor, el abrazo
junto al corazón dormido,
Toma amor mi rosa
que me acompañó en el camino.

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