Volveré a la isla cuando te encuentre
ella siempre espera con su atardecer nublado
y su orilla recortada de vieja sabia.
Mientras tanto seguiré atenta al tacto,
al sabor, a la mirada y sobre todo al olor,
por si en medio de la multitud te huelo,
allí donde el viento se arremolina en tu pelo.
Quizás entonces sea capaz de acercarme
y dejar una palabra en tu hombro
sin dejar que el miedo me abrace
haciéndome caminar a ciegas.
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