Extranjera en esta tierra de soles
donde las nubes tiñen mis manosmi padre me habló de su guerra
no encuentro palabras para hablarle de la mía,
sólo sé que cabalgo lejos de mi centro,
lejos de lo que fui,
apenas reconozco ya el trazo de mi sangre,
apenas me quedan lágrimas,
a todo lo perdido no le he puesto nombre,prefiero saber que no fue nombrado y que aún me espera en algún lugar.
La sed me hace delirar sobre puentes de aire puentes hechos de palabras insomnes. Los que aún tienen la certeza del amor cabecean sobre la mar del sueño. Dejo mi primera piel abandonada A la sombra de un roble centenario un pájaro se la lleva al nido. Tirando de mis antiguos pies que aún levitan veo la sonrisa planeando sobre tres polluelos hambrientos que devoran una y otra vez mi desaliento. Saciándose sin aún saber qué les amenaza. Hoy dormiré feliz sabiendo que también mi hambre ha sido digerida, regurgitada y convertida en rastrojo vivo mas animal si cabe.
Despegada de este amasijo de hilos camino al son de un adagio truculento. Extranjera en la extrañeza del tiempo en la extrañeza del cuerpo y su voluntad doblegada.
Sudo sin poder mirar mi reflejo,
Sin que replegarme implique renunciar a algo. Gozo de esta habilidad innata rehaciendo techumbres a cada paso recubriendo de barro la posibilidad del ser, como antes, como al principio de los tiempos. No heredaran mis hijos esta soledad porque una vez cercada pertenecerá a otro, Será donada para que otros la cabalguen, no habrá esfuerzo, ni deseo en desear que así sea, sólo el presente extenderá su manto de horas serenas, para que otros vengan a ocuparlas, La historia será distinta pero igual,
alguien sabrá qué hemos perdido y se atreverá a nombrarlo enumerará las cosas una, entonces la voz de cada uno se posará sola con la brisa, sin miedo, ni prisa como un pájaro saciado.
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